jueves, 25 de diciembre de 2008

amor





Te Diré Lo Que Es AmorCuando el amor está obrandolo que tiene obligación;si flaquea, si se cansa,si desmaya...no es amor.Cuando el amor está orandocon amorosa atención,si decae, si se entibia,si se inquieta...no es amor.Cuando en sequedad padecetormenta de una opresión,si no sufre, si no es firme,si se queja...no es amor.Cuando el Amante se ausentay le deja en la aflicción,si se acobarda y se turba,si se abate...no es amor.Cuando la piedad divinadilata la petición;si no cree, si no espera,si no aguarda...no es amor.Cuando tiene de sí mismo-el amor- satisfacciónde que ama, de que adora,de que sirve...no es amor.Cuando en la adversa fortunay en toda tribulaciónno es humilde, no es alegre,no es afable...no es amor.Cuando favores recibeen una y otra porción,si los quiere, si los toma,si le llenan...no es amor.Y pues nada de lo dichose llama amor, con razón;pregunto, corazón mío,¿no me dirás que es amor?Amor es un dulce afecto del alma para con Diosque termina en caridadcomenzando en dilección.Si deseas padecerpor quien tanto padecióy en el padecer te alegrasy en la cruz...esto es amor.Si en este mundo apetecesvivir en humillacióny que todos te desprecienpor Jesús...esto es amor.Si no apetece alabanzasy cuando le dan loorlo refiere confundidoa su Amado...esto es amor.Si en medio de adversidadpersevera el corazóncon gozo y serenidady paz...esto es amor.Si a su voluntad en todocontradice con tesónposponiéndola a la ajenapor obediencia...esto es amor.Si las dulzuras que adviertecuando está en contemplaciónsabiendo no merecerlaslas renuncia...esto es amor.Si conoce su bajezay la grandeza de Diosy despreciándose a sía Dios exalta..esto es amor.Si se ve igualmente alegreen gozo que en afliccióny ni penas ni contentosla entibian...esto es amor.Si se mira traspasadade agudísimo doloral contemplar a su Amadoofendido...esto es amor.Si desea eficazmenteque cuantas almas crió Diosse salven...esto es amor.Y, en fin, si cuanto producesu pensar, su obrar, su vozquiere que sea en obsequiode su Amado Salvador...esto es amor.(Santa Teresa de Avila)De todo esto saco unas conclusiones:1- Ofrecerle lo mejor de mi vida y de mi amor como perfume precioso y de mucho valor.2- Creer que mi vida ofrecida a El día a día es valiosísima a sus ojos y a su corazón.3- Creer que mi vida se va consumiendo como esas lámparas en las Iglesias, en continua adoración a Dios.3) ELEGIR EL SACERDOCIO ES CREER QUE SOY NECESARIO PARA LA LEGION Y PARA ESTE MUNDOTengo que creer firmemente que con mi vida, mi ilusión, mis cualidades y talentos yo echo una mano de incalculable valor a la Legión, que tanto necesita de la hondura de mi inteligencia, del vigor de mis nervios, del amor de mi corazón y de la entrega de mi voluntad, sobre todo en este momento crucial de expansión de la Legión y del Movimiento. Nuestro Padre necesita ya legionarios apóstoles para mandarles por este mundo. ¡Cuántos obispos han pedido a N.P. legionarios para que vayan a trabajar en sus diócesis!Creer que yo puedo embellecer a la Legión con mi vida santa y fervorosa; extenderla con mi celo ardiente y mi apasionamiento por Cristo; hacerla grande y fuerte con mi caridad.Creer que los hombres me están esperando con brazos abiertos. Así dice Juan Pablo II:"Pensad en los lugares donde esperan con ansia al sacerdote, y desde hace años, sintiendo su ausencia no cesan de desear su presencia. Y sucede alguna vez que se reúnen en un santuario abandonado y ponen sobre el altar la estola aún conservada y recitan todas las oraciones de la liturgia eucarística; y he aquí que en el momento que corresponde a la transubstanciación desciende en medio de ellos un profundo silencio, alguna vez interrumpido por el sollozo...¡con cuánto ardor desean escuchar las palabras que sólo los labios de un sacerdote pueden pronunciar eficazmente! ¿Tan vivamente desean la comunión eucarística de la que únicamente en virtud del ministerio sacerdotal pueden participar; como esperan también ansiosamente oír las palabras divinas del perdón: YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS...! Si alguno entre vosotros duda del sentido de su sacerdocio, si piensa que ello es socialmente infructuoso o inútil, medite en esto" (Novo incipiente, 79) .El mundo necesita de mis manos para bajar a Dios todos los días en la Santa Misa y seguir bendiciendo y bautizando en nombre de Dios. ¿Mis manos que han hecho tantas cosas torpes? ¿Y qué?Y necesita de tus labios para seguir predicando la palabra de vida eterna. Y de tu corazón para llevar el amor de Dios a los hombres. Y de tu mente para llevar la verdad de Dios.¿Quién, si no, podrá ofrecer a este mundo el suplemento de alma que necesita? Se está asfixiando este mundo; le falta un pulmón, si no dos.Ahora bien, sepámoslo: este mundo es difícil. Es cierto que nos esperan almas jubilosas, muchedumbres entusiasmadas, dispuestas a hacer de nuestro sacerdocio una fiesta común. Pero cunde la indiferencia religiosa, la burla, la crítica. Pues bien, ese mundo que nos ignora o que nos declara inútiles e incómodos, ese mismo mundo es el que nos llama y nos desea desde lo profundo de su ser, desde su radical infelicidad. Es este mundo el que implora la presencia y la acción del sacerdote. Quizá sin saberlo él mismo, pero con una voz que suena a lamento y que se transforma a veces en grito de angustia o en sollozo insensato.Nuestra misión, que es sublime, se dirige a un mundo que nos rechaza y que al mismo tiempo nos teme secretamente, nos envidia, nos admira y nos quiere. Es un mundo a quien tenemos que echar en cara, denunciar su radical insuficiencia, su incoercible necesidad de orar, de ser redimido y salvado. Cuando el hombre ve que ese mundo le ha robado el alma por volcarse totalmente en él, cuando se da cuenta de que sus propias construcciones amenazan derrumbársele encima y aplastarlo, cuando agotado por las locuras del placer y del vicio, se siente terriblemente solo y ya no es capaz de la única cosa que podrá salvarle, el amor...es entonces cuando acudirá al sacerdote. ¡Abrámosle los brazos y el corazón como hizo Cristo a todos los pecadores!"El mundo necesita y pide sacerdotes que conozcan su mal y sufran con él. Aquellos cuyos ojos brillan como una esmeralda húmeda a fuerza de esperanzs, como las pupilas de los primerísimos sacerdotes que comenzaron la obra de la Iglesia después de la muerte de Cristo. Aquellos cuyos brazos llevan la cruz de sus hermanos juntamente con la suya" (CNP IV,534,1156).Conclusión:Tu vida es preciosa: no te la reserves para ti, sino dásela a Dios, a la Iglesia, a la Legión y a los hombres. Experimentarás una felicidad incalculable.

historia de amor

Ese mediodía soleado volvía de charlar con un amigo.
Sus problemas económicos y financieros ocasionados por
la situación de la Bolsa amargaban su vida y sus
negocios. Y en el mismo centro de Buenos Aires, en el
barrio de San Telmo, en la esquina de Belgrano y Perú,
un hombre ciego se movía nerviosamente, con rostro
preocupado, ansioso. Me acerqué y le pregunté:
-¿Qué necesita?
-Espero a una chica y no llega -respondió.
-En esta esquina no hay ninguna mujer esperando -le
tranquilicé.
-Por favor, ¿me puede ayudar?...Ella vendrá en el
autobús 86. Seguramente llegará en el próximo
vehículo. ¿La puede esperar? Observé que se acercaba
un autobús y lo animé contestándole que me ocuparía de
averiguar si venía la joven.
Al acercarme unos metros a la parada otra mujer,
ciega, comenzó a pedir a viva voz que la ayudasen a
subir al autobús 86. La tomé del brazo para acercarla
al autobús, que ya estaba parando, mientras le
preguntaba:
-¿Espera a un amigo?
-No sólo al 86 -me respondió.
Mientras le ayudaba a subir al autobús observé que por
la puerta delantera intentaba descender otra mujer
ciega. La ayudé a bajar y le pregunté:
-¿Espera a un muchacho?
-Sí, en esta esquina, tengo una cita -me respondió
inquieta.
-Quédese tranquila, está aquí... la acercaré -le dije,
mientras pensaba en este mediodía de ciegos que me
había deparado el destino.
Cuando la mujer llegó hasta su esperado amigo,
extendió la mano y tomó su brazo. Sus rostros se
iluminaron con una alegría interna, expansiva,
indescriptible, y le dijo, desde su alma agradecida:
-¿Cómo estás, mi amor?
Y con esa falta de pudor propia de los ciegos se
abrazaron con pasión sagrada, mientras me alejaba
conmovido pensando en la opulencia que da el amor y la
pobreza de los que sufren por los millones que los
poseen a ellos.
En el centro de Buenos Aires, superpoblado de rostros
tensos, una pareja sin mirada en los ojos impregnó mi
vista, como si me dijesen:
"No se puede andar una sola calle sin amor".

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buen blog me as ayudado a entender mas sobre el amor

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